Salt Lake City (Utah) año 1993…
Los jugadores de ambas conferencias se saludan cordialmente, aunque manteniendo una evidente distancia. Es un saludo educado pero frío, que deja entrever el atroz espíritu competitivo que habita en el interior de los 10 participantes. Isaiah Thomas, Jordan, Pippen, Larry Johnson y un sorprendente Rookie llamado Shaquille O´Neal, miran cada uno fijamente a su pareja de baile con 2 objetivos muy claros en su mente: “Tengo que demostrar que soy mejor que tú y además, hacer que mi equipo gane”. En frente, con los mismos deseos, aguardan impasibles a pie firme para plantar batalla, Stockton, Drexler, Barkley, Malone y Robinson. No hay bromas, no hay gestos de complicidad entre rivales, no hay concesiones que puedan llevar a error, porque todos y cada uno de ellos saben para que están allí. Son los diez mejores jugadores del mundo y van a jugar el mejor partido de baloncesto que se puede ver sobre la faz de la tierra.
El árbitro se acerca al punto central del Delta Center y lanza el balón al cielo, lo demás es historia…
Highlights All Star Game 1993
All Star Game 1993. Partido completo en nuestra videoteca.
Historia de la buena la que se escribió en uno de los mejores (para mí, el mejor) partido de las estrellas que he podido disfrutar, y que, inevitablemente, me hace retrotraerme y volver a ser por unos instantes ese pesado “abuelo cebolleta” que proclama visiblemente disgustado, aquel tópico de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Pero incluso dejando la nostalgia aparte e intentando maximizar mi visión objetiva, he de reconocer que aquellos partidos ofrecían un espectáculo sin parangón que se ha ido devaluando progresivamente hasta nuestros días.
La concepción del partido de Las Estrellas en su germen original, fue la de juntar a los mejores jugadores del momento sobre una pista para poder elevar la calidad de un partido regular a la enésima potencia. El juego desarrollado por esas estrellas provocaría un torrente de acciones ofensivas y defensivas de tal calidad, que lo convertiría en una maravilla a los ojos del aficionado, pues al fín y al cabo, lo que da espectáculo al buen degustador, es la feroz competición. Es lógico y normal que todo esto venga acompañado de espectaculares lances del juego, fruto de la inconmensurable calidad colectiva que coexiste durante esos 4 cuartos impagables, pero lo que ya no es lógico, es que el partido haya ido mutando hasta convertirse en una extraña e inconexa suma de esas acciones.
Es indiscutible la belleza de un mate de Giannis Antetokounmpo, un triple de Stephen Curry, un step-back de James Harden, un crossover de Kyrie Irving, un pase imposible de Nikola Jokic o una penetración acrobática de Kemba Walker, pero hay que reconocer que pierden bastante atractivo cuando las extraes de un contexto competitivo en el que no tienen oposición ninguna al realizarlas. La defensa ha ido desapareciendo casi por completo y con ella, el componente que había de emoción en tan señalado evento. En los últimos años, ha descendido la intensidad defensiva hasta límites tan irrisorios, que el devenir del encuentro se ha transformado en un correcalles vertiginoso en el que se suceden los mates y los tiros lejanísimos en ambas canastas. No contentos con eso, los jugadores y por ende, principales culpables de la devaluación del partido, en algunos momentos se toman “a chufla” el juego, llegando a darse situaciones extremadamente ridículas, como cuando Stephen Curry se tiró al suelo al ver venir a Antetokounmpo.
Estas acciones que podríamos calificar, siendo muy educados, como “infantiles”, desprestigian, no sólo al evento en cuestión, sino a los que en el participan. Un profesional que cobra cantidades ingentes de dinero y que ha sido seleccionado por millones de personas a través del voto, no debería permitirse cometer estos actos en un escaparate mundial como es el All Star. Lo más triste de todo es que pocas veces en la historia de la NBA vamos a poder contemplar una acumulación de talentos tan colosal como la que vivimos hoy en día, hecho que hace mucho más terrible la circunstancia de que no quieran competir entre sí como antaño y se limiten a echar “la pachanga más cara del mundo”.

Lebron y Giannis capitanes del ASG 2019
Hay voces que culpabilizan de esta pérdida de seriedad a los pocos incentivos que ofrece la liga, otras sugieren que los jugadores no apartan los ojos de la temporada regular y prefieren descansar en vez de emplearse a fondo, y también las hay que apelan a la sustancial diferencia de madurez entre los jugadores de los 90´ y los de ahora. No sé si habrá una única razón para el cambio de rumbo tan radical que ha dado el partido, o será por una acumulación de ellas, pero lo que si se es que he perdido el 90% del interés en verlo y el 99% del interés en que alguno de los jugadores de mis Spurs aparezca en “semejante descalzaperros”, como diría el amigo Guille.
Cierto es, y no me he olvidado de ello, que los extraños y cambiantes sistemas de voto y elección de jugadores, no solo no ayudan demasiado a reforzar la atmosfera de seriedad competitiva, sino que han dinamitado la tradicional rivalidad conferencial, pero de eso hablaremos otro día…
Criticar es fácil y barato, pero hacer crítica constructiva exige una mirada hacia nuestro propio ombligo antes de opinar. Al bajar la vista al mío, reconozco que si supiera el problema y fuese conocedor de la o las soluciones, no estaría en mi casa un sábado por la tarde escribiendo esto para la web de un amigo, sino que probablemente estaría sentado en algún despacho de una gran ciudad ganando buenos dineros. Sea como fuere, algo habrá que hacer para recuperar aquellos partidos que de pequeños nos hacían esperar al lado de la tele, más nerviosos que Frodo en una joyería, con el vídeo VHS y la cinta de 3 horas preparada para grabar.
Iván Ruíz (@Elguaje50)